Último gol gana

A estas alturas del partido, siento que no tengo edad ni nombre, mucho menos una posición funcional dentro de este cuadro formado por no sé qué entrenador mal habido.  Fuera de lugar me siento cuando tu defensa se adelanta a mis impulsos.

Noventa minutos de ardua batalla divida en dos. Cuarenta y cinco de ellos en tu terreno, en el área donde eres ama y señora, dueña del balón, donde nada sucede si la arbitrariedad que tu amor genera sobre mí no da un silbatazo que ordene continuar mi ataque. La segunda mitad entras en mis dominios, donde no hay más estrategia que la de no darte espacios, amagarte en mis jugadas y atacar tu marco de creencias con tiros de larga distancia que pongan en riesgo las redes que según tu táctica habías tendido sobre mí. Miserable empate al término del tiempo reglamentario, un punto para cada quien. ¿Y si nos jugamos el todo por el todo? Último gol gana.

Pablo Montelongo

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